-Tras el recuento de las calificaciones, pasamos a comunicar a los ganadores los resultados.
-Resultaron ser, de izquierda a derecha: Ernesto Tubías, Rosalía Galindo, José Carlos Comino, Alba Izaskun Rípodas y Alfredo Sánchez.
-Nuestro grupo surgió hace ya 10 años, como una brizna, unas pocas personas tozudas pusimos tanta ilusión en las letras como en los afectos, creamos una agrupación cultural y humanista como aprendices de lo fecundo, era un camino a desbrozar, no nos interesan ni el reconocimiento literario, ni el aplauso, ni tampoco la farándula "socio-literaria", buscamos lo abierto, alumbrados por el carburo, modestamente, nos contentamos con tu abrazo y tu comprensión.
-Empezar por distinguir la labor de los más pequeños, nuestros niños y niñas que orientados por sus maestras y Ángel Sánchez han contribuido con sus trabajos dedicados este año a la Encomienda desde las escuelas; con el interés de estimular su participación queremos entregarles este reconocimiento, este es un premio que patrocina y entrega Gregorio Novella.
Tercer Premio, ….........David Abril Ramos
Segundo Premio, ….....Teresa Cirugeda Castellote
Primer Premio,............. Isabel Escusa Elías
Nivel de primaria
Tercer Premio, …........Ana
María Nastase
Segundo Premio, …....Natalia
Escusa Elías
Primer
Premio,............Iliass Er-Rhaimini
-Este año hemos tenido la satisfacción de contar con el acompañamiento musical del grupo Zavasax, que nos interpretó diversas piezas musicales a lo largo del evento.
-De los años transcurridos hemos rendido homenaje a autores muy diversos: Antonio Gamoneda, Mario Benedetti, Miguel Hernández, Gabriel Celaya, los hermanos Labordeta. Ana María Matute y Eduardo Galeano.
Este año en que se conmemora el IV Centenario de la muerte de Miguel de Cervantes, el más celebre escritor en lengua española de todos los tiempos, autor de la inmortal obra Don Quijote de la Mancha, nos sumamos a ese homenaje al personaje, pues en ocasiones nos sentimos reflejados en sus personajes, mitad Caballero de la Triste Figura, mitad escudero tras la promesa de su ínsula de Barataria y para ello hemos seleccionado unos pasajes del capítulo 18, “Donde se cuentan las razones que pasó Sancho Panza con su señor Don Quijote con otras aventuras dignas de ser contadas”.
La consolidación del certamen queda confirmada por la numerosa asistencia, otro año más nos han desbordado, por encima de las 200 participantes en cada disciplina poesía y narrativa, para la poesía, un jurado compuesto por poetas, algunos de ellos autores de varios libros. Hablar de emociones y de poesía es algo íntimamente ligado, la poesía forma parte de una existencia preñada de sensaciones, ese sentimiento y su comunión con el, hacen de la relación autor-lector algo sublime, tras la lectura de todos los poemas recibidos, el jurado ha decidido otorgar los siguientes premios:
2º a Rosalía Galindo, por "Esto no es Ítaca"
1º a Alfredo Sánchez, por "Los esclavos están llegando".
-Un premio que tiene un gran significado emocional para nosotras es el Óscar Abril, como ya sabéis convocado para los menores de 25 años como reza en las bases; el tema deberá contener valores humanos, tales como la paz, la solidaridad, la libertad, la convivencia o cualquiera de los derechos humanos. La ganadora vuelve otra vez a ser una chica, como en las anteriores ediciones.
-En el apartado de relatos, también con cifras muy altas de participación, hemos procedido a efectuar una preselección ante la imposibilidad de leer todos todo, han elegido los 20 mejores, que han pasado a ser leídos por una veintena de miembros del grupo, resultando:
2º Premio a Ernesto Tubía, por "El legado incierto".
1er Premio a José Carlos Comino, por "Lisardo miraba el limonero".
2016 MIGUEL DE CERVANTES, EL
QUIJOTE, OBRA MAESTRA.
-Somos descendientes de los ocupantes inmemorables, pobladores de esta tierra ardiente y amada de arcilla roja, donde apenas llueve; somos sombra de cereal y susurro de chopera, color de crepúsculo en la retina, memoria de infancia y aromas de la vega. Antes que las casas y las calles poblaran la ladera de este cerro, alejados del légamo del rio por temor al deshielo y la tronada, desde antes que se disiparan las nieblas, y pudiéramos comprobar la primera floración de abril, en el ambiente gélido de este espacio, en el liquen sobre la piedra, se abrazaron felices los cuerpos cuando únicamente era posible dialogar con las aves. Venimos pues de esa fusión seminal y no de las cenizas, de la hendidura y del cataclismo de los planetas, del primer mantillo de la tierra, la misma que será el abrigo ligero e irreversible.
-Nuestro paraíso fue la niñez, y lo perdimos con los juegos interminables en la calles embarradas antes que mochara la torre de la iglesia, antes que se agriara el vino de las cántaras, no sé dónde está el corte de la memoria, pues las huellas de los pasos desaparecen con el tiempo; fue arrastrado como cantos rodados por las aguas rio abajo, o se encuentra flotando en la Vía Láctea, pero habitábamos un espacio minúsculo, que compartíamos con los fantasmas del granero, y con mujeres adustas que nos enseñaron a atravesar ortigas, madres que no vacilan frente a alacranes y serpientes, y estrechaban nuestra cabeza contra su pecho con ojos pacificados, cumbres floridas con quienes en otoño nos aprovisionábamos de leña y patatas, somos solo el vestigio de sus oraciones, la huella de un relato olvidado, atravesado por imágenes deformadas de progenitoras que reverberan en las constelaciones.
-Antes que la adolescencia, llegó la diáspora, así se suceden los cuerpos así se dispersan las generaciones, sabedores que entre la vega afilada por el rocío de la mañana y el secano abrasado, dejamos a mucha gente pequeña, hombres y mujeres de nuestra sangre apegados a la tierra; artífices, donde en el más absoluto silencio, crean y recrean la palabra vida, y un espacio abierto donde cabemos todos, con nuestra existencia como colectivo, hoy tratamos de visibilizar la sencillez y la sabiduría de esta tierra, ardiente y amada de arcilla roja, donde apenas llueve.
--Nuestro grupo surgió hace ya 10 años, como una brizna, unas pocas personas tozudas pusimos tanta ilusión en las letras como en los afectos, creamos una agrupación cultural y humanista como aprendices de lo fecundo en un sendero impenetrable, era un camino a desbrozar, no nos interesan ni el reconocimiento literario, ni el aplauso, ni tampoco la farándula "socio-literaria", en este rincón, estremecidos, buscamos lo abierto, alumbrados por el carburo, tratamos de reconocer la altura de estos montes en los que bajo la lastra ferrosa hiberna la víbora, en la hora en que todo puede renacer, nos fundimos con nuestra tierra con cariño y nos contentamos simplemente con vuestro abrazo y vuestra comprensión.
-Desde el principio nos atravesó como una herida el dolor del mundo, hoy, decimos que se alargan las cicatrices, nuevos y viejos fantasmas siguen azotando a la humanidad, la injusticia, el hambre, la guerra se han incrementado, las filas interminables de refugiados, se suman a la de cuerpos destrozados ya sea en un mercado en Bagdad, en Siria, o en un paseo de París; como en nuestros orígenes clamamos contra el odio y la muerte, no hay ni una sola gota de sangre que no nos avergüence, contra sus causas, denunciamos ese deseo irrefrenable de poseer, que se torna criminal, cuando una vida humana no vale más que una cuenta de resultados, nos sentimos como quijotes contra la infamia.
--Este año en que se conmemora el IV Centenario de la muerte de Miguel de Cervantes, el más célebre escritor en lengua española de todos los tiempos, autor de la inmortal obra Don Quijote de la Mancha, nos sumamos a ese homenaje, huyendo del lado cómico del personaje, recogiendo sobre todo esa 2 ª parte donde el autor despliega un nivel casi de confesión íntima en términos morales, de pensamiento, obligando al lector a pensar, con consideraciones sobre la honra, la justicia, los valores e instituciones a través de los diálogos entre don Quijote y Sancho.
1–Infinitas gracias doy al cielo, Sancho amigo, de que, antes y primero que yo hayas encontrado con alguna buena dicha, te haya salido a ti a recibir y a encontrar la buena ventura y te ves premiado de tus deseos. Otros cohechan, importunan, solicitan, madrugan, ruegan, porfían, y no alcanzan lo que pretenden; y llega otro, y sin saber cómo ni cómo no, se halla con el cargo y oficio que otros muchos pretendieron; y aquí entra y encaja bien el decir que hay buena y mala fortuna en las pretensiones. Tú, que para mí, sin duda alguna, eres un porro, sin madrugar ni trasnochar y sin hacer diligencia alguna, con solo el aliento que te ha tocado de la andante caballería, sin más ni más te ves gobernador de una ínsula, como quien no dice nada. Todo esto digo, ¡oh Sancho!, para que no atribuyas a tus merecimientos la merced recibida, sino que des gracias al cielo, que dispone suavemente las cosas, y después las darás a la grandeza que en sí encierra la profesión de la caballería andante. Dispuesto, pues, el corazón a creer lo que te he dicho, está, ¡oh hijo!, atento a este tu Catón, que quiere aconsejarte y ser norte y guía que te encamine y saque a seguro puerto deste mar proceloso donde vas a engolfarte; que los oficios y grandes cargos no son otra cosa sino un golfo profundo de confusiones. Primeramente, ¡oh hijo!, has de temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada. Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey, que si esto haces, vendrá a ser feos pies de la rueda de tu locura la consideración de haber guardado puercos en tu tierra.
2–Así es la verdad –respondió Sancho–, pero fue cuando muchacho; pero después, algo hombrecillo, gansos fueron los que guardé, que no puercos; pero esto paréceme a mí que no hace al caso, que no todos los que gobiernan vienen de casta de reyes.
–Así es verdad –replicó don Quijote–, por lo cual los no de principios nobles deben acompañar la gravedad del cargo que ejercitan con una blanda suavidad
que, guiada por la prudencia, los libre de la murmuración
maliciosa. Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de
decir que vienes de labradores; y préciate más de ser humilde virtuoso que
pecador soberbio. Inumerables son aquellos que, de baja estirpe nacidos, han
subido a la suma dignidad pontificia e imperatoria; y desta verdad te pudiera
traer tantos ejemplos, que te cansaran. Mira, Sancho: si tomas por medio a la
virtud, y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para qué tener envidia a
los que los tienen [de] príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la
virtud se adquiere, y vale por sí sola lo que la sangre no vale. Si acaso
viniere a verte cuando estés en tu ínsula alguno de tus parientes, no le
deseches ni le afrentes; antes le has de acoger, agasajar y regalar, que con
esto satisfarás al cielo, que gusta que nadie se desprecie de lo que él hizo, y
corresponderás a lo que debes a la naturaleza bien concertada. Hallen en ti más
compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia, que las informaciones
del rico. Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del
rico, como por entre los sollozos e importunidades del pobre. Cuando pudiere y
debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al
delincuente, que no es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo. Si acaso doblares la vara de la
justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia.
Cuando te sucediere juzgar algún pleito de algún tu enemigo, aparta las mientes
de tu injuria y ponlas en la verdad del caso.
3- No te ciegue la pasión propia en la causa ajena, que los yerros que en ella hicieres, las más veces, serán sin remedio; y si le tuvieren, será a costa de tu crédito, y aun de tu hacienda. Si alguna mujer hermosa veniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera de espacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros. Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones. Al culpado que cayere debajo de tu juridición considérale hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y en todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y clemente, porque, aunque los atributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia. Si estos preceptos y estas reglas sigues, Sancho, serán luengos tus días, tu fama será eterna, tus premios colmados, tu felicidad indecible, casarás tus hijos como quisieres, títulos tendrán ellos y tus nietos, vivirás en paz y beneplácito de las gentes, y en los últimos pasos de la vida te alcanzará el de la muerte, en vejez suave y madura, y cerrarán tus ojos las tiernas y delicadas manos de tus terceros netezuelos. Esto que hasta aquí te he dicho son documentos que han de adornar tu alma; escucha ahora los que han de servir para adorno del cuerpo.
4- En lo que toca a cómo has de gobernar tu persona y casa, Sancho, lo primero que te encargo es que seas limpio, y que te cortes las uñas, sin dejarlas crecer, como algunos hacen, a quien su ignorancia les ha dado a entender que las uñas largas les hermosean las manos, como si aquel excremento y añadidura que se dejan de cortar fuese uña, siendo antes garras de cernícalo lagartijero: puerco y extraordinario abuso. No andes, Sancho, desceñido y flojo, que el vestido descompuesto da indicios de ánimo desmazalado, si ya la descompostura y flojedad no cae debajo de socarronería. No comas ajos ni cebollas, porque no saquen por el olor tu villanería. Anda despacio;; habla con reposo, pero no de manera que parezca que te escuchas a ti mismo, que toda afectación es mala. Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago. Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra. Ten cuenta, Sancho, de no mascar a dos carrillos, ni de erutar delante de nadie.
Eso de erutar no entiendo –dijo Sancho.
–Erutar, Sancho, quiere decir regoldar, y éste es uno de los más torpes vocablos que tiene la lengua castellana, aunque es muy sinificativo; y así, la gente curiosa se ha acogido al latín, y al regoldar dice erutar, y a los regüeldos, erutaciones; y, cuando algunos no entienden estos términos, importa poco, que el uso los irá introduciendo con el tiempo, que con facilidad se entiendan; y esto es enriquecer la lengua, sobre quien tiene poder el vulgo y el uso.
5- –En verdad, señor –dijo Sancho–, que uno de los consejos y avisos que pienso llevar en la memoria ha de ser el de no regoldar, porque lo suelo hacer muy a menudo.
-Erutar, Sancho, que no regoldar –dijo don Quijote.
–Erutar diré de aquí adelante –respondió Sancho–, y a fe que
no se me olvide.
–También, Sancho, no has de mezclar en tus pláticas la
muchedumbre de refranes que sueles; que, puesto que los refranes son sentencias
breves, muchas veces los traes tan por los cabellos, que más parecen disparates
que sentencias.
–Eso Dios lo puede remediar –respondió Sancho–, porque sé más
refranes que un libro, y viénenseme tantos juntos a la boca cuando hablo, que
riñen por salir unos con otros, pero la lengua va arrojando los primeros que
encuentra, aunque no vengan a pelo. Mas yo tendré cuenta de aquí adelante de
decir los que convengan a la gravedad de mi cargo, que en casa llena presto se
guisa la cena, y quien destaja no baraja, y a buen salvo está el que repica, y
el dar y el tener seso ha menester.
–¡Eso sí, Sancho! –dijo don Quijote–: ¡encaja, ensarta, enhila refranes, que nadie te va a la mano! ¡Castígame mi madre, y yo trómpogelas! Estoyte diciendo que escuses refranes, y en un instante has echado aquí una letanía dellos, que así cuadran con lo que vamos tratando como por los cerros de Úbeda. Mira, Sancho, no te digo yo que parece mal un refrán traído a propósito, pero cargar y ensartar refranes a troche moche hace la plática desmayada y baja. Cuando subieres a caballo, no vayas echando el cuerpo sobre el arzón postrero, ni lleves las piernas tiesas y tiradas y desviadas de la barriga del caballo, ni tampoco vayas tan flojo que parezca que vas sobre el rucio: que el andar a caballo a unos hace caballeros; a otros, caballerizos. Sea moderado tu sueño, que el que no madruga con el sol, no goza del día; y advierte, ¡oh Sancho!, que la diligencia es madre de la buena ventura, y la pereza, su contraria, jamás llegó al término que pide un buen deseo.
6–Señor –respondió Sancho–, bien veo
que todo cuanto vuestra merced me ha dicho son cosas buenas, santas y
provechosas, pero ¿de qué han de servir, si de ninguna me acuerdo? Verdad sea
que aquello de no dejarme crecer las uñas y de casarme otra vez, si se
ofreciere, no se me pasará del magín, pero esotros badulaques y enredos y
revoltillos, no se me acuerda ni acordará más dellos que de las nubes de
antaño, y así, será menester que se me den por escrito, que, puesto que no sé
leer ni escribir, yo se los daré a mi confesor para que me los encaje y
recapacite cuando fuere menester.
¡Ah, pecador de mí –respondió don Quijote–, y qué mal parece
en los gobernadores el no saber leer ni escribir!; porque has de saber, ¡oh
Sancho!, que no saber un hombre leer, o ser zurdo, arguye una de dos cosas: o
que fue hijo de padres demasi[a]do de humildes y bajos, o él tan travieso y
malo que no pudo entrar en el buen uso ni la buena doctrina. Gran falta es la
que llevas contigo, y así, querría que aprendieses a firmar siquiera.
–Bien sé firmar mi nombre –respondió Sancho–, que cuando fui
prioste en mi lugar, aprendí a hacer unas letras como de marca de fardo, que
decían que decía mi nombre; cuanto más, que fingiré que tengo tullida la mano
derecha, y haré que firme otro por mí; que para todo hay remedio, si no es para
la muerte; y, siendo yo gobernador, que es más que ser alcalde, ¡llegaos, que
la dejan ver! que vendrán por lana y volverán trasquilados; y a quien Dios
quiere bien, la casa le sabe; y las necedades del rico por sentencias pasan en
el mundo; y siendo gobernador y juntamente liberal, como lo pienso ser, no
habrá falta que se me parezca. No, sino haceos miel, y paparos han moscas;
tanto vales cuanto tienes, decía una mi agüela, y del hombre arraigado no te
verás vengado.
7–¡Oh, maldito seas de Dios, Sancho!
–dijo a esta sazón don Quijote–. ¡Sesenta mil satanases te lleven a ti y a tus
refranes! Una hora ha que los estás ensartando y dándome con cada uno tragos de
tormento. Yo te aseguro que estos refranes te han de llevar un día a la horca;
por ellos te han de quitar el gobierno tus vasallos, o ha de haber entre ellos
comunidades. Dime, ¿dónde los hallas, ignorante, o cómo los aplicas, mentecato,
que para decir yo uno y aplicarle bien, sudo y trabajo como si cavase?
–Por Dios, señor nuestro amo –replicó Sancho–, que vuesa merced se queja de bien pocas cosas. ¿A qué diablos se pudre de que yo me sirva de mi hacienda, que ninguna otra tengo, ni otro caudal alguno, sino refranes y más refranes? Y ahora se me ofrecen cuatro que venían aquí pintiparados, o como peras en tabaque, pero no los diré, porque al buen callar llaman Sancho.
8- Ese Sancho no eres tú –dijo don Quijote–, porque no sólo no eres buen callar, sino mal hablar y mal porfiar; y, con todo eso, querría saber qué cuatro refranes te ocurrían ahora a la memoria que venían aquí a propósito, que yo ando recorriendo la mía, que la tengo buena, y ninguno se me ofrece.
–¿Qué mejores –dijo Sancho– que "entre dos muelas
cordales nunca pongas tus pulgares", y "a idos de mi casa y qué
queréis con mi mujer, no hay responder", y "si da el cántaro en la
piedra o la piedra en el cántaro, mal para el cántaro", todos los cuales
vienen a pelo? Que nadie se tome con su gobernador ni con el que le manda,
porque saldrá lastimado, como el que pone el dedo entre dos muelas cordales, y
aunque no sean cordales, como sean muelas, no importa; y a lo que dijere el
gobernador no hay que replicar, como al "salíos de mi casa y qué queréis
con mi mujer". Pues lo de la piedra en el cántaro un ciego lo verá. Así
que, es menester que el que vee la mota en el ojo ajeno, vea la viga en el
suyo, porque no se diga por él: "espantóse la muerta de la
degollada", y vuestra merced sabe bien que más sabe el necio en su casa
que el cuerdo en la ajena.
9- Eso no, Sancho –respondió don Quijote–, que el necio en su casa ni en la ajena sabe nada, a causa que sobre el aumento de la necedad no asienta ningún discreto edificio. Y dejemos esto aquí, Sancho, que si mal gobernares, tuya será la culpa, y mía la vergüenza; mas consuélome que he hecho lo que debía en aconsejarte con las veras y con la discreción a mí posible: con esto salgo de mi obligación y de mi promesa. Dios te guíe, Sancho, y te gobierne en tu gobierno, y a mí me saque del escrúpulo que me queda que has de dar con toda la ínsula patas arriba, cosa que pudiera yo escusar con descubrir al duque quién eres, diciéndole que toda esa gordura y esa personilla que tienes no es otra cosa que un costal lleno de refranes y de malicias.
10–Señor –replicó Sancho–, si a vuestra merced le parece que no soy de pro para este gobierno, desde aquí le suelto, que más quiero un solo negro de la uña de mi alma que a todo mi cuerpo; y así me sustentaré Sancho a secas con pan y cebolla, como gobernador con perdices y capones; y más que, mientras se duerme, todos son iguales, los grandes y los menores, los pobres y los ricos; y si vuestra merced mira en ello, verá que sólo vuestra merced me ha puesto en esto de gobernar: que yo no sé más de gobiernos de ínsulas que un buitre; y si se imagina que por ser gobernador me ha de llevar el diablo, más me quiero ir Sancho al cielo que gobernador al infierno. –Por Dios, Sancho –dijo don Quijote–, que, por solas estas últimas razones que has dicho, juzgo que mereces ser gobernador de mil ínsulas: buen natural tienes, sin el cual no hay ciencia que valga; encomiéndate a Dios, y procura no errar en la primera intención; quiero decir que siempre tengas intento y firme propósito de acertar en cuantos negocios te ocurrieren, porque siempre favorece el cielo los buenos deseos. Y vámonos a cenar, que creo que ya estos señores nos aguardan.
Acabamos pidiendo disculpas por los errores, y agradecimientos a quienes han hecho posible el desarrollo de este evento, Borja Fabre, la Dirección General de Cultura del Gobierno de Aragón, el Ayuntamiento de Alfambra, con su concejal de cultura y su alcalde a la cabeza.
Fotografías de la web de franciscoponce.com Tony Raga y Ernesto Tubía.
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