2014










    -La reunión de asociadas en la que se procede al recuento de votos, apertura de plicas, proclamación de vencedores y por último llamada telefónica a los agraciados. 


De izquierda a derecha, ganadoras del VIII Certamen literario de Alfambra: Sergio Allepuz Giral, Asterio Sorribes Andrés, Cristina Domingo Torres, Marina Aoiz Monreal, y Manuel Pérez Recio. 








  -El pasado sábado día 2 de agosto se entregaron los premios a los ganadores del VIII Certamen literario que la Asociación Grupo Literario Cultural Alfambra concede anualmente.




Actuaron como presentadores-conductores los miembros de la Asociación Bibiana Yago y Miguel Morata dedicando a la escritora Ana María Matute dicho acto. 








Un evento  plagado de momentos muy bellos y que mostró una cuidada organización, jalonada por la espontaneidad de los participantes y la calidad –un año más – de los trabajos premiados. Por segundo año consecutivo fueron editados en la conocida revista Al-arba que publica el Ayuntamiento de la Villa.




   -Fue un hermoso ambiente musical el creado con la interpretación del grupo de cuerda turolense “Ensemble di fabla”, dando un particular toque de elegancia y amenizando el evento para satisfacción del numeroso público asistente al Polideportivo Municipal, que aplaudió constantemente en agradecimiento a la magistral interpretación.



Intervención del presidente de la asociación Florián Novella,


Gregorio Novella haciendo entrega a uno de los escolares del premio de redacción.

Manuel Pérez Recio, recibiendo el premio de Teresa Nevot.


Marina Martín, entregando el premio a Sergio Allepuz Giral.
El premio Óscar Abril entregado a Cristina Domingo Torres por Jesús Abril.


Francisco Ponce entregando el premio Marina Aoiz Monreal.
Asterio Sorribes, recibe su premio de manos de Paquita Abril.


Saludo del alcalde Francisco Abril.

Una hermosa foto para el recuerdo.

2014, ANA MARÍA MATUTE, LA PALABRA.

   -Volvamos a caminar por Alfambra; presentaremos imágenes literarias a la vez que proclamamos nuestro linaje como miembros de la tribu, como condición de pertenencia a la humanidad, al orbe, para dignamente restaurar la cuna donde nacimos, como si fuera el lecho de todos los que tienen memoria de esas cunas tibias en invierno, mecidas por tu madre con ternura. Alfambra es un lugar que desde el apego, aún en la distancia lo defenderemos, no como bandera pétrea, sino por el color de su tierra y el del pan moreno, y por sus moradores. Colocaremos letreros en las casas y corrales, en los abrevaderos clausurados, en el lavadero, a la puerta de la iglesia y en los pajares, recuerden que la palabra y la poesía tienen la misión de anunciar alumbramiento y deceso.

   -Para que no resulte lacónico nos acompañamos en este recorrido a modo de homenaje póstumo de la escritora Ana María Matute, una de las escritoras más importantes de las letras españolas, fallecida en pasado 24 de junio.

   -Ana María Matute, nació en Barcelona en 1925, procede de una familia numerosa, segunda de cinco hermanos, perteneciente a la pequeña burguesía catalana, conservadora y religiosa. Se inició en el mundo de la literatura con Pequeño teatro a los 17 años de edad, aunque esta no viese la luz hasta 11 años más tarde.

   -Al igual que ocurriese en la infancia de miles de niños, cuando tenía 11 años, un hecho la marcó de por vida, el estallido de la Guerra Civil y sus trágicas consecuencias: el odio, la muerte, el hambre, la angustia, la pobreza, marcaron tanto a la niña como a la escritora; bien reflejado de ello son sus obras, la contienda imprime una marca indeleble en la biografía y en la concepción vital de Ana María, constituyendo el final de un mundo familiar, conocido, tranquilizador; vivió la juventud bajo la dictadura de Franco, una época sofocante y opresiva para la que al hecho de ser liberal debía añadir el de ser mujer.

   -En la puerta del lavadero colgaremos un cartel que dirá “Fría, el agua fría la niña lava y llora, las lágrimas tibias le impiden verse reflejada en el fondo”, Tres pilas rectangulares, aupada, apenas llegas a ellas, la ropa contra la piedra, el jabón de sebo y sosa contra la ropa, la escarcha sobre el tejado, te miras las manos enrojecidas, limpias, abiertas y arrugadas, pequeñas como alas de gorrión. Recorriendo las calles llegarás a casa donde madre espera con mandil blanco y el moño peinado, miras el retrato de familia que cuelga en la pared de la sala, todos están enlutados, y cuentas los ausentes, unos fallecidos, otro marcharon huyendo de su propio espectro que le arrebataba la antigua certidumbre de ellos mismos; buscas la esquina, el portal, el nombre y la pila bautismal que borro tu ausencia, ningún muerto se recuerda como el primero, lo vivido dura un minuto, un recuerdo, una eternidad. El abuelo trastea en el granero, hunde la mano en el montón de cebada y deja escurrir el grano incandescente entre los dedos, sabiendo que en su ser no volverá a germinar, su bastón golpea los escalones al bajar.

   -El desamor entre las personas, una convicción de fondo que responde a los ideales republicanos, es el leitmotiv de la novela “Los hijos muertos, 1958” donde la conflictividad entre pasado y presente, envidias, rencores, se mezclan y se amalgaman en una trama compleja. “San Juan dijo: el que no ama está muerto; y yo me atrevo a decir el que no inventa, no vive” Estas fueron la palabras con las que Ana María Matute comenzó su discurso de aceptación del Premio Cervantes. Nos regaló otra joya para el recuerdo: “En la literatura, como en la vida, se entra con dolor y lágrimas” y nos hacía sonreír cuando comentaba este mismo año “Un gin-tonic te da una lucidez bárbara”.

   -En la cuna pondré un cartel que dirá: “Los manantiales de su nacimiento erraron contra corriente y mandamiento”. En el banco el viejo habla solo, ¿Y cuando habla a solas, con quién conversa? Habla para oírse, olvidó su pasado, tropieza con el viejo arado de madera y el saltador de su infancia. Esto no se vende, esto no se tira, ni los aparejos colgados en un palo entre dos piedras, ni el somier herrumbroso de alambres enredados, al abrir el baúl  desprende un penetrante olor a naftalina, solo guarda viejas mantas de lana y una lata de dulce membrillo llena de hilos y retales, en su fondo oculta unos billetes inservibles de la república. Vuelve por un instante al destello de la luciérnaga, al temblor del candil y a la emanación del carburo en días de tormentas. Ahora oye noticias de guerra en Palestina, se le nublan los ojos al oír muerte, muerte, muerte; recuerda los milicianos a pie liados en mantas con sus mulas dejando las huellas en la nieve aquel invierno maldito.

   -En 1976 fue propuesta para el Premio Nobel de Literatura, y en 1984 obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil con su obra Sólo un pie descalzo. En 1996 publicó Olvidado Rey Gudú, gracias a la cual, fue elegida académica de la Real Academia Española de la Lengua, convirtiéndose en la tercera mujer aceptada dentro de esta en sus 300 años de historia. En 2007 recibió el Premio Nacional de Las Letras Españolas al conjunto de su labor literaria, sus libros han sido traducidos a 23 idiomas; “El dolor es más llamativo que la felicidad. El tiempo lo cura todo, pero también lo quema todo, lo bueno y lo malo. Te arranca de la memoria cosas que quisieras tener ahí. El tiempo se lo lleva”, comentaba este mismo año.

   -En el pajar otro cartel anunciará: “Sobre el trillo se acarician los amantes, enmudece la luna cómplice”. Que el tiempo se cierre y la herida sea una cicatriz invisible sobre la piel del mundo, junta los fragmentos del cántaro roto, oirás a las madres jóvenes cantar con sus hijos, ya no temen que suene la alarma, sigue el abrazo, ella ríe, a la hora en que el cielo no muestra ni una sola arruga, qué feliz sentirse vivo, prepara un caldo con la gallina que ha dejado de poner víctima de la explosiones, compártelo jubilosa con tus vecinos, trepa a la morera antes de volver a casa, ya no quedan moras, ni anida el gorrión, solo tu cara sobresale entre las ramas oteando las colinas de Castelfrío. El cuerpo como la hoz debe estar limpio de barro y guardarse de la lluvia entre la paja seca, cuentas los años que tienes con los dedos de ambas manos, con la mano derecha agarras el caldero lleno de agua, con la mano izquierda arrancas las malas hierbas del huerto; con la mano derecha acaricias al gato y le das de comer, con la mano izquierda empujas la luna del río para que entre en el caldero, tienes hambre de vida, interminable melodía. Se desnudaron y besaron porque la desnudez enlazada salta sobre el tiempo que inútilmente asedia, pero son invulnerables, nada los toca.

   -Dama de blanco de la literatura. “Ser vieja no está tan mal, la gente te perdona todo”, decía a finales de 2011. Una variación de esta otra frase: “Para nada quisiera volver a mis 20 años. Ni a tenerlos entonces, ni a tenerlos ahora”. Otro discurso para rememorar de Ana Mª Matute fue el de su entrada en la Real Academia de la Lengua en 1998, lo tituló En el bosque, y decía: “El bosque es para mí, el mundo de la imaginación, de la fantasía, del ensueño, pero también de la propia literatura, y, a fin de cuentas de la palabra”. Para ella lo más hermoso que se había creado era la palabra, pero sin duda en sus manos esas palabras nos contaban más con lenguaje propio. “Y el llanto del rey cayó en el lago, y este creció de tal forma que anegó la ciudad, el reino y el país entero, hasta más allá de las lindes donde Gudú había pisado. Y tanto él como su reino, como cuantos con él vivieron, desaparecieron en el Olvido”.

   -Nadie vive y escribe eternamente, la realidad finalmente es más terca, y la pasión por la literatura, por los libros y por la escritura no ha sido suficiente; nos ha dejado huérfanos de magia a los 88 años, demostrando hasta el final su maestría y ganas de escribir. Nos quedamos con la primera frase de su próximo libro Demonios familiares, como último y sentido homenaje a una de las mejores autoras de la literatura en castellano: “Algunas noches el coronel oía llorar  un niño en la oscuridad”.

    -Pondremos un cartel en el cementerio que dirá “Llegados a este punto, sobran símbolos y metáforas: es poesía tocar la ceniza y el óxido”. Mirar por el ojo de la cerradura, no tiembla la flor del cerezo, el calor del verano se hace pesado, atruena la sinrazón y una camada de lobeznos maman odio y alientan guerras próximas, no mirar para otro lado, detenerse un instante, detener la guerra y contemplar el desamparo, recorreremos las calles paso a paso, desbrozando zarzales, en cada casa vacía hay una historia por recuperar de niños corriendo alegres persiguiendo vencejos y saltamontes, ahuyentando avispas, hay centenares de libélulas planeando, invitándonos a subir sobre sus lomos, rasando el río. Antes de oír como últimas palabras por casualidad: su designio es mostrarnos sin velos ni embozos el desvanecimiento de ese mismo mundo que ha sido convocado a juicio poético. “La ley desaparece, el mundo desaparece, las chozas se desploman, los diamantes se licuan , escarcha de pobreza y musgo seco en los tejados, nuestros antepasados inventaron las estrellas y la Vía Láctea, los astros y las sillas de anea, el alambique y la segadora, la dalla y la guadaña cortantes, el azadón y el rumbo de las cosas; ahora resistir es ser inmortales, hemos recibido la bondad de la tierra de ababoles y espigas, seguimos aferrados a la postal descolorida, y al retrato de familia, al niño que nunca dejamos de ser.

                                                                       Agosto 2014



Agradecimiento a las fotografías de Tony Raga y Francisco Ponce de su web: www.franciscoponce.com

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