Los ganadores en Casa Óscar: Carmen Galvañ, Ana Vega, Rafael Becerra, Carla Collado (en representación de Borja) y Manuel Montoya.
Buenas tardes a todos, queridos alfambrinos y alfambrinas.
Muchas gracias por acompañaros en este acto, que marca el inicio de la semana
cultural en Alfambra.
Soy Beatriz Abril. Como presidenta del Grupo Literario y
Cultural Alfambra, es para mí un honor inaugurar este 17º certamen literario.
Van 17 ediciones. Para un pueblo tan pequeño como Alfambra,
haber creado desde 0 este certamen y celebrarlo año tras año, y van 17, con el
nivel, el entusiasmo y el cariño con el que se celebra, solo puede calificarse
de milagro.
Pero lejos de ser un milagro divino, este milagro tiene
nombres y apellidos. Los de todos los miembros del Grupo Literario y Cultural
Alfambra, gracias a lo cuales, todo esto que vais a ver hoy aquí, se hace
posible.
Son meses de preparación: desde la convocatoria de las bases
del certamen, pasando por la venta de lotería, haciendo la lectura de todos los
relatos (186 este año) y poemas (130), además de los relatos del premio Óscar
Abril (28 relatos) para poder seleccionar a los ganadores en un proceso largo
pero emocionante, coordinarnos con el ayuntamiento para este acto, pasando por
traer flores, comprar comida, elaborar los textos que aquí leemos… y todo para
llegar al culmen, el día de hoy, este acto que con tanta ilusión se celebra hoy
por 17ª vez. También quiero incluir en este reconocimiento a Luisa y su trío
Capricho, que con su clarinete, chelo y violín dan vida a nuestras palabras con
canciones que nos hacen vibrar y emocionarnos. Gracias por estar aquí un año
más. Gracias también a Borja, que siempre nos ayuda y nos facilita toda la
logística y sonido en el acto. Un gran aplauso a todos ellos, que
verdaderamente lo merecen.
Ahora os voy a pedir que olvidéis por un momento que os hablo como presidenta del grupo y os me dirijo a vosotros como Bea, una alfambrina más, ya que quiero aprovechar este altavoz para rendir un pequeño homenaje a una alfambrina que nos ha dejado demasiado pronto: Ana Belén Escusa, con 43 años, hace poco más de un mes. Joven, con toda la vida por delante, llena de alegría y vitalidad. Quiero enviar todo el amor, fuerza y cariño a sus padres, hermana y familiares. Siempre la llevaremos en nuestros corazones. (Un aplauso para que lo oiga allá donde esté.)
Bueno, llega el momento de dar inicio al acto. Como sabéis,
tenemos tres secciones en nuestro certamen: relato corto, poesía y premio Óscar
Abril Alegre.
Antes de pasar a la entrega de premios, es ya una tradición
en este certamen rendir tributo a un autor o autora y haceros llegar a todos parte
de su esencia a través de su biografía y obras. Este año, siendo testigos del
genocidio de Gaza, al que estamos asistiendo atónitos en directo, os queremos
traer dos autores que utilizan la palabra como método de resistencia, esperanza
y libertad. Miguel y Maite han sido los artífices de este maravilloso texto que
vais a escuchar después de las piezas musicales que nos ofrece el trío
Capricho.
Miguel Morata
-Como cada año al
regreso, se activa un tenue sentimiento de tristeza, contemplando la cada vez
mayor ausencia de familiares y amigos, su pérdida va unida al daño de la
memoria; recordar solo algunos apellidos y motes, apenas sus rostros. El olvido
y el recuerdo como parte de la vida. ¿Dónde hemos estado en este prolongado
alejamiento y qué hemos aprendido?, que la gente aquí y allá no se rinde, ni
los más longevos que regurgitan sus recuerdos desde la espantosa posguerra;
muchos de ellos envejecen como los olivos, al sol del invierno, secándose poco
a poco pero aferrándose a la vida, únicamente conservan el olor de esta tierra,
no conocen otro espacio y otro recuerdo más próximo que el de su madre mojando
el pan seco con vino y azúcar para endulzar el paladar hambriento, porque
siempre había una mano amorosa dispuesta para acercar algo comestible a la boca.
Rezuman soledad y hace mucho tiempo dejaron de preguntarse ¿Qué otra vida contemplarían si hubieran
partido?
-No importa la
respuesta, fueron ellos quienes mantuvieron el regato desbrozado para que transcurrieran las aguas portadoras
de vida.
-Volvemos, y no
somos nosotros quienes volvemos, somos los pecios que quedan a la deriva; al
partir nos alejamos no solo de este espacio, también de nosotros mismos;
acabando siendo otras personas, algo íntimo se pierde en el trayecto, se
evapora como la nieve de la cumbre. Nunca volveremos a vivir días como
aquellos.
-Miramos y
remiramos alrededor con la esperanza de que algo nos los devuelva, se activen
en nuestro interior como esa vieja película en blanco y negro de las que
proyectaban en el cine California, pero ha perdido su fuerza narrativa en cada
fotograma; los buscamos en cada rincón de la calle del barranco en que quedaste
solo, agitando la mano de despedida con tus pantalones remendados y tu triste
sonrisa congelada.
-Hoy en el parque,
niños y niñas desconocidos corretean desatados, madres jóvenes los observan
despreocupadas. Son hijos y nietos de quienes fueron nuestros intrépidos
compañeros de aventuras por el río y las
eras; también comparten juegos hijos e hijas de personas que tuvieron como
nosotras que abandonar su casa empobrecida buscando algo tan sencillo como
sobrevivir.
-Viéndolas, siento
tristeza; me acuden las imágenes del genocidio –pues no tiene otro nombre
posible- al que someten a niños y niñas
como ellas en Gaza, y acuden las lágrimas a nublar mis ojos por la impotencia
al contemplar esas muertes inocentes sin que nadie haga algo para evitarlo.
Trato de superar el nihilismo que ha
impregnado la sociedad y recurro a la poesía como refugio, como tabla de
salvación en este repugnante Titanic que se hunde inexorablemente, arrastrando
consigo a esta sociedad hedonista, en
acto de autoinmolación despiadada.
-Esta tarde, desde aquí, queremos establecer un dialogo poético como abrazo literario fraternal, que atraviese los océanos, las fronteras, sobrevuele el estallido de bombas y misiles, y contribuya a acallarlos dialogo entre la poeta norteamericana Emily Dyckinson y el poeta palestino Mahmud Darwish y frente a tanta muerte y destrucción acercar la esperanza. La vida.
Un diálogo poético entre Emily Dickinson y Mahmud Darwish
(Introducción al
diálogo: Maite López)
En extremos opuestos del mapa y del tiempo, florecieron dos
voces que, sin saberse, se reconocen en la eternidad del lenguaje: Emily
Dickinson que nació en Amherst, Massachusetts,en 1830 y Mahmud Darwish que
nació en Al-Birwa, Palestina en 1941.
Ella, Emily, la poeta lírica más memorable de Estados
Unidos. Vivió desde los márgenes de una sociedad que no aceptaba que una mujer
tuviera una opinión y una voz propia. Escribió con originalidad, ingenio y
audacia. Renunció al matrimonio, apenas publicó en vida y eligió la reclusión,
el exilio interior. Construyó un universo desde la habitación de su casa, que
era su espacio de libertad y su encierro. Desde allí vivía sin normas ni
ataduras, era libre y transformaba la soledad en posibilidad, la muerte en
metáfora, la esperanza en un pájaro sin jaula.
La esperanza es
una cosa con plumas
que se posa en el
alma
y canta una
canción sin letra,
y nunca, nunca se
calla.
Y más dulce suena
en el vendaval;
Y muy fuerte tiene
que ser la tormenta
para acallar a ese
pajarillo
que a todos nos
alienta.
La oí en las
tierras más frías
y en el más lejano
mar;
aunque nunca me
pidió una migaja
ni en la mayor
adversidad.
Él, Mahmud, el poeta del pueblo palestino, obligado a
abandonar a los ocho años, junto con su familia, su pueblo, que fue arrasado
por el ejercito sionista del recién creado estado de Israel. La palabra, su
arma en la resistencia. En su juventud tuvo que exiliarse, escribió desde los
márgenes del mapa y del cuerpo, llevando en su lengua a una patria herida.
Mahmud fue la conciencia poética del pueblo palestino, pero también fue un
humanista radical, que encontró belleza entre los escombros, y esculpió la
libertad en el idioma del dolor.
Los poemas que escribió hace décadas se podrían leer como si
fuesen los de ayer o antes de ayer en Gaza. Necesidad de recordar que la Nakba
no es un proceso cerrado y concluido, que sigue y continúa y que el proyecto
sionista para acabar con el pueblo palestino se viene planificando desde hace
mas de un siglo.
(Poema de Mahmud: Miguel)
En la orilla del
mar hay una niña, la niña tiene familia
Y la familia una
casa.
La casa tiene dos
ventanas y una puerta...
En el mar, un
acorazado se divierte cazando a los que caminan
Cuatro, cinco,
siete
Caen sobre la
arena. La niña se salva por poco,
Gracias a una mano
de niebla,
Una mano divina
que acude en su auxilio
Ella llama:
¡Padre!
¡Padre! Levanta,
vamos: el mar no es para nosotros.
No responde su
padre, caído sobre su sombra, a merced de la ausencia,
Sangre en las
palmeras, sangre en las nubes.
La lleva su voz en
volandas, la alza y la aleja de la orilla.
Ella grita en la
noche desierta.
No hay eco en el
eco.
Ella se convierte
en el grito eterno de una noticia
Urgente que deja
de ser urgente cuando
Los aviones
regresan para bombardear una casa
Cuando ya no hay
dos ventanas y una puerta.
Maite
¿Qué los une? La palabra como refugio. El lenguaje
como semilla contra el olvido. La esperanza como gesto radical. Ambos fueron seres
íntegros, con la valentía de dedicar la vida a un objetivo, la escritura.
Ambos escribieron desde los márgenes de la sociedad del momento, ambos habitaron
la poesía como un lugar de libertad, donde la vida no se rinde.
****Diálogo poético*****
Os voy a invitar a que imaginéis por un momento a estos dos poetas, aquí y ahora, uno en un jardín en ruinas, otra en una silla junto a la ventana de su casa.
En un paréntesis de espacio y tiempo, el viento nos trae sus palabras uniendo estas dos voces.
La parte de Emily: Maite López
La parte de Mahmud: Miguel Morata
Emily Dickinson
Una palabra es muerta cuando se dice —
Dicen algunos —
Yo digo que apenas comienza a vivir
Ese día.
Mahmud Darwish
Y yo digo que una patria comienza
cuando una madre pronuncia su nombre en medio del exilio.
La palabra es mi tierra,
y es también mi herida.
Emily Tierra, dijiste —
Y en mí suena como el eco de un campo que nunca vi,
pero cuyas flores me visitan en sueños.
¿Sabes, Mahmud?
Aun en mi habitación cerrada,
la esperanza picoteaba mi alma como un ave invisible.
Nunca la vi, pero me habitaba.
Mahmud
La esperanza Emily…
Camina descalza entre escombros,
recogiendo memorias del polvo.
Mi casa fue demolida,
pero aún siembro sobre su tierra la palabra,
como quien lanza trigo al viento.
Tal vez crezca, tal vez se pierda.
Pero hay esperanza en sembrar.
Emily
Yo no temía a la muerte,
la conocí como a un cochero paciente.
¿Pero quién puede temer lo que no duele?
La muerte — solo es
un cambio de vestido.
¿No es así?
Mahmud
Aquí, la muerte no espera.
Ella entra como soldado,
rompe las puertas del alma.
Pero aún así,
enterramos a los nuestros con versos
para que vivan.
Emily
Entonces, Mahmud,
¿la palabra es un ataúd, o unas alas?
Mahmud
Depende de quién la escriba.
Yo la escribo con sangre,
para que otros puedan leerla en voz alta
como quien enciende una lámpara en medio del sitio.
Emily
Y yo la escribía en silencio,
para que el alma la oiga sin interrupción.
Tu guerra es de cuerpos,
la mía fue de sombras.
Pero ambos escribimos contra el olvido.
Mahmud
Sí, tú escribiste al jardín, yo al olivo.
Tú al alma, yo al cuerpo herido.
Pero los dos hablamos a quienes vendrán.
Emily
Entonces, canta, Mahmud.
Haz que la ruina florezca.
Yo te acompañaré desde esta ventana,
donde aún brota la luz,
y el colibrí regresa.
Mahmud
Y tú, Emily, haz que el silencio nos escuche.
Que el recuerdo no sea solo dolor, sino semilla.
__________________________________
Maite:
Y el eco de sus versos queda suspendido, como si aún
hablaran a través del tiempo, contra la muerte, a favor de la vida.
Gracias Miguel y Maite por este memorable tributo Emily
Dickinson y Mahmud Darwish.
Permitidme que empecemos con los premios a los alumnos de la
escuela de Alfambra. Sus trabajos están expuestos aquí. Veréis que se han
esmerado mucho.
Voy a llamarles para que suban todos al escenario y reciban
su merecido premio por su trabajo sobre la familia. Este premio lo patrocina y
entrega Gregorio Novella:
Premio ex aequo del curso Infantil 3 años: Mia y
Valeria Marcos Vicente
Premio del curso Infantil 4 años: Stefan Ratiu
Premio del curso Infantil 5 años: Ayesha Nawaz
Premio del curso 1º Primaria: Alma Diest Romero
Premio del curso 2º Primaria: Martina Blasco Herrero
Premio del curso 3º Primaria: Yahyá Bellahmama
Premio del curso 4º Primaria: Erika Guillén Pons
Premio del curso 5º Primaria: Raúl Alvino Martos
Ahora sí, ha llegado el momento de la entrega de premios del
17º certamen literario.
Ahora pasamos a la categoría de poesía y empezamos con el
segundo premio. Los autores podrán leer su poema, así que no voy a adelantar
nada. Demos un aplauso a RAFAEL BECERRA BERNAL por su trabajo TIERRA DE
CONEJOS. Entrega el premio Duvi Abril
En la categoría de poesía, nos queda el primer premio. Demos
un aplauso a ANA VEGA BURGOS, por su trabajo RABIA. Entrega el premio
Ramona Castellano
Pasamos ahora a la sección especial, el premio Óscar Abril
Alegre.
Creo que todos los alfambrinos sin excepción saben quién fue
Óscar Abril Alegre pero para los que no sois de aquí, os pongo en antecedentes.
Hace ya 24 años una célula terrorista de Al-Quaeda decidió sembrar el terror en
Madrid un fatídico 11 de marzo. Los terroristas llenaron varios trenes de
mochilas con explosivos a primera hora de la mañana, cuando los trenes iban
repletos de trabajadores y estudiantes que se dirigían a sus trabajos y a sus
universidades, a empezar un día más. En el trágico saldo, además de más de
1.400 heridos, hubo 191 asesinados en esos trenes, entre ellos Óscar Abril
Alegre, alfambrino, mi hermano, con tan solo 19 años. El sufrimiento que
provocó este atroz atentado no se puede expresar con palabras.
Óscar era un chico noble, respetuoso, amigo de sus amigos y
fiel a su gran pasión: el deporte.
Los miembros de la asociación Grupo Literario y Cultural de
Alfambra quisieron rendir homenaje a la memoria de Óscar creando una sección
especial dentro de este certamen literario que fuera solo para jóvenes y que
llevara su nombre, para que su recuerdo perdurara en la memoria de todos y para
que el 11-M no cayera en el olvido. Al igual que hemos recordado el genocidio
de Gaza, no debemos olvidar injusticias y atrocidades pasadas. Un pueblo sin
memoria es un pueblo abocado a cometer los mismos errores del pasado.
Pues bien, hoy, en su décimo séptima edición, tengo el honor
de presentar al ganador de esta sección de relato corto Óscar Abril con un
relato que nos habla de un encuentro fortuito entre dos personas de diferentes
generaciones que tienen algo en común y se abren el uno al otro en una profunda
conversación. El ganador es BORJA COLLADO LÓPEZ-TERCERO por su
trabajo SOLO QUEDA ESPERAR. Recogen el premio su madre y su hermana; lo entrega
Maribel Alegre
Vamos ahora con la categoría de relato corto y su segundo
premio. Nos sumergimos en una mente soñadora que pasa su vida detrás de una
desconocida a la que idealiza como musa. Demos un aplauso a CARMEN GALVAÑ
BERNABÉ por su trabajo TU IMAGEN FUGAZ. Entrega el premio Esther Abril
Pasamos ahora al primer premio de relato corto. Se trata de
un relato cargado de emoción donde una enorme pérdida conduce al protagonista
por caminos insospechados hasta poder llenar ese vacío. Demos un aplauso a MANUEL
MONTOYA VICENTE por su trabajo MARIPOSAS. Entrega el premio Cocha Caballero
Llegamos al fin de este acto. En nombre del Grupo Literario
y Cultural Alfambra, damos por finalizado este certamen felicitando a todos los
premiados por su calidad literaria y deseando que nunca dejen de escribir y
deleitarnos con sus obras. Terminamos con otras dos piezas musicales a cargo de
nuestro querido trío para poner el broche de oro a este acto.
Mil graci as por vuestra hospitalidad, puedo decir con orgullo que me llevo un buen puñado de amigas y amigos.
ResponderEliminarRafa Becerra